Esto podría considerarse como la parte 2 del blog de mi suerte que hice. Hay más de un tipo de suerte, como la que tiene que pasarte algo malo muy malo para apreciar las pequeñas cosas buenas que te pasan (algo así como ganarte un alfajor gratis cuando venís de un funeral de un familiar) y considerarlas como suerte. La otra es más subjetiva, como sobrevivir a un accidente y seguir con vida, pero con daños irreversibles. Y luego esta la suerte que es directamente suerte, independientemente del contexto (hacer un Yakuman en una partida de Riichi Mahjong con mano inicial es algo bueno y muy suertudo). En este caso voy a mostrar que, aunque me sigo considerando como una persona con mucha suerte, tuve que pasar cosas feas. En la primaria era muy tímido y me gustaba convidar merienda, por lo que no le caía mal a nadie pero tampoco era cercano a mucha gente, excepto a unos amigos que tenía en ese entonces. En los recreos me gustaba sentarme sobre un depósito que conectaba con la ventana de la cocina. Ahí comía mi merienda y hablaba con mis amigos, era un lugar muy tranquilo. Un día cualquiera, después del recreo y clase fuimos a comer en el comedor. Y cuando estaba comiendo vino la directora a decirme de si era yo el que se sentaba en el depósito. Cuando le dije que sí me preguntó por qué le dije puta a la cocinera, exactamente, le dije "qué hay de comer hoy, puta?". Yo, niño inteligente que era, negué todo porque era mentira, ya no importaba si alguien más lo había hecho y me acusaron a mí o directamente la cocinera quería ver a un niño llorar, yo solo dije que no lo hice. No me creía la maestra, así que tuve que escribir en mi cuaderno de Comunicaciones lo que dije, y luego otra hoja escribiendo "no debo hablarle mal a la profesora" en todos los renglones, como un niño malo. No sé si realmente pensaron que era yo o dudaron de que lo fui, pero como yo estaba seguro de que no fui yo, no lloré ni hice mucho berrinche. Lamentablemente no me ayudó para nada, y creó la imagen de nene malo en el carnet de conducta que me acompañó por muchos años. Esto demuestra que la suerte actúa de formas raras, quizás tuve que pasar por esa mala experiencia y muchas otras para que, aprecie las cosas buenas de ahora, o me empiecen a ocurrir cosas buenas de tanto en tanto. Capaz, tuve que ser más insistente con que no era culpable, no ser tan tímido, o solo ser más listo y las cosas hubieran cambiado.